Los “compartidores”, el centro de la economía colaborativa
La evolución digital ha traído consigo un nuevo modelo económico que, aunque aún incipiente, ya está transformando la manera de hacer negocios: la economía colaborativa.
La evolución digital ha traído consigo un nuevo modelo económico que, aunque aún incipiente, ya está transformando la manera de hacer negocios: la economía colaborativa. Un reciente estudio de PWC define la economía colaborativa como aquella que “permite a individuos y grupos monetizar bienes o activos, de manera que los activos físicos se comparten como servicios. Por ejemplo, el propietario del vehículo puede permitir que alguien rente su vehículo, mientras no lo está utilizando; o el propietario de un piso puede alquilarlo mientras está de vacaciones”.
Sin ir más lejos y como ejemplo, Facebook, el medio más popular del mundo no genera contenidos; Uber, la compañía más grande de taxis no posee ningún vehículo y Airbnb, el proveedor más grande de alojamiento no posee propiedades. Es un mercado valorado en unos 26 mil millones de dólares, de acuerdo con Rachel Botman, líder del pensamiento global sobre el poder de la colaboración y el intercambio a través de la tecnología digital.
La propensión de los consumidores a utilizar nuevas aplicaciones en sus smartphones ha disminuido las barreras de entrada y ha facilitado el crecimiento de empresas y marcas de la economía colaborativa, en la que, de acuerdo con un informe de la consultora Nielsen Global el 35% de los usuarios son Millenials y 7% pertenecen a la generación Z (menos de 20 años), lo que según algunos estudios implica que la economía colaborativa podría duplicarse en sólo un año. Pero estas generaciones no están solas en su pasión por compartir: 17% de los “compartidores” corresponden a la generación X (35-49 años) y 7% baby boomers (50-60 años).
Son usuarios con ingresos medios, que sostienen sus selecciones sobre la base de un criterio de conveniencia, precio y el deseo de disfrutar bienes o servicios únicos y de calidad. Estos usuarios, consumidores en definitiva, son usuarios habituales de la tecnología. No conciben la vida sin la posibilidad de tenerlo todo al alcance de un click. En un 69% de los casos, según el informe de Nielsen, utilizan Internet para compartir sus opiniones, ya sea para quejarse, alabar o discutir un tema de servicio al cliente. Para 54% de los encuestados las redes sociales son la plataforma más usada para expresar sus opiniones, mientras 32% expresa sus opiniones a través de los sitios web de fabricantes y 30% en elsite de los proveedores.
De acuerdo con las estimaciones de PWC, hay cinco sectores –turismo, vehículos compartidos, finanzas, contratación de personal y streaming de música y video– en los que la economía colaborativa podría incrementar sus beneficios de unos 15 mil millones de euros en la actualidad, a más de 335 mil millones en 2025. De hecho, para no quedarse atrás, grandes marcas como Avis Budget Group, que adquirió en 2014 el servicio de vehículos compartido Zipcar, y The Home Depot, que alquila productos en más de la mitad de sus tiendas, ya se han subido al carro de la economía colaborativa.
En el mundo de la economía colaborativa, afirma el informe de PWC, los modelos de negocios que triunfan se basan en plataformas digitales que ofrecen la capacidad de medir con precisión la capacidad ociosa de bienes o servicios y conectarlos en tiempo real con aquellos usuarios que los necesitan, por ejemplo, Airbnb conecta a habitaciones y apartamentos disponibles con viajeros que necesitan alojamiento, mientras Zipcar conecta vehículos libres con usuarios locales que requieren uno.
Además, hoy en día el valor de una marca está asociada a las relaciones sociales que fomenta y en el caso de los modelos de negocio orientados a la economía colaborativa el diseño de experiencias trascendentes, es fundamental para generar un vínculo con la marca. Al brindar a los usuarios un escenario relacional que facilite la toma de decisiones sobre la base de la confianza y la facilidad de uso, las empresas se mueven desde una relación puramente transaccional a otra más cercana a la relación personal con el usuario, y para ello necesitan una plataforma tecnológica segura, escalable, flexible que les permita atender las demandas de un modelo económico en constante evolución, impulsado simultáneamente por los usuarios y el avance tecnológico.